Cuándo el Señor Julio Cobos aceptó formar parte de este gobierno aceptando la candidatura a vicepresidente de la Nación me pareció un gesto imperdonable. Sinceramente creo que pertenecer a un gobierno que ha consolidado en nuestro país, la impunidad para la mayoría de los delincuentes que realizan sus tropelías con toda libertad y sin ningún límite, que ha favorecido, como también lo hicieron anteriores gobiernos, a los grupos económicos más poderosos que se aliaron a esta gestión en detrimento de los más pobres, que ha aumentado asimismo la brecha a favor de los que más tienen perjudicando a los que menos recursos ostentan, que ha casi destruido el sistema educativo, convirtiendo las casas de altos estudios y colegios públicos en refugios de activistas que intentan imponer sus arbitrariedades en forma violenta, que ha casi anulado la función de la justicia cuyos principales funcionarios ruegan al gobierno que cese con las presiones para recuperar algún grado de independencia, que nos ha consolidado como uno de los países más corruptos del mundo y muchas aberraciones más que no hacen más que desprestigiar a la Argentina, no me hace pensar en lealtades ni deslealtades sino en connivencias, contubernios y complicidades.
Lealtad y deslealtad son cosas totalmente distintas a lo que pregonan quiénes de ella hablan.
Alejandro Olmedo Zumarán.
domingo, 19 de octubre de 2008
LEALTAD.
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