LA GUERRA CIVIL MOLECULAR (1)
Por el Lic. Jorge P. Mones Ruiz
Hans Magnus Enzensberger, en su ensayo “Perspectiva de Guerra Civil” (1994), planteó el concepto “de guerra civil molecular a escala planetaria”, expresada en ámbitos urbanos y vinculada a las subculturas de tipo marginal. Se trata de un conflicto sin objetivos políticos claros, con un alto grado de violencia, y en ese sentido, el escritor alemán advierte que ”cualquier vagón de subterráneo puede convertirse en una Bosnia en miniatura”.
El desarrollo de esta guerra es, en un comienzo, incruento. Se inicia en forma imperceptible, ya que no necesita movilizar ejércitos, pero ya está presente en las sociedades occidentales cuyos focos comienzan a formar parte cotidiana de muchas grandes ciudades. “Poco a poco en la calle se van acumulando basura. En el parque aumenta el número de jeringuillas y de botellas de cerveza destrozadas. Por doquier las paredes se van cubriendo de graffitis monótonos, cuyo único mensaje es el autismo: evocan un yo que ya no existe. Los colegios aparecen con el mobiliario destrozado. Nos hallamos ante una declaración de guerra, aunque pequeña, muda, el urbanista experimentado sabe interpretarlo”.
Lo verdaderamente grave de este tipo de conflictos es que no están regulados por el derecho internacional, ya que ocurren en el seno de los Estados, por lo que la aplicación del derecho humanitario se hace impracticable; y lo que es peor; el agresor no reconoce leyes regulatorias ni le interesa la antijuridicidad de sus actos.
Características (2)
Es un fenómeno de vandalismo y violencia urbana, en el cual los “combatientes” con conductas cuasi autistas que desconocen el entorno o la realidad que los rodea, son en general jóvenes que ocupan la vanguardia, guiados por el deseo de una agresión sin contenido.
Se presenta en zonas caracterizadas por la degradación del medio ambiente, villas de emergencia, barrios descuidados o regiones empobrecidas, que permiten la aparición de espacios públicos “off limits”, donde el control por parte del Estado es escaso o directamente nulo. Deja de ejercer el monopolio del poder y las instituciones estatales sus funciones específicas. La opción de la población afectada es huir o autoprotegerse.
La Guerra Civil Molecular es un grado de fragmentación social que pone en riesgo el ejercicio del monopolio de la violencia por parte del Estado.
Para analizar cómo se genera estableceremos fases de su desarrollo y su evolución. Esta especulación teórica nos permitirá determinar el estado actual de la situación global, regional y, particularmente, como fenómeno en la Argentina. Como toda construcción teórica, los aspectos señalados en cada fase no son estancos, admiten combinación interfásica.
Cada fase es una situación de caos, dinámica, donde se atraviesan etapas, avanzando o retrocediendo a través de ellas, expandiéndose o contrayéndose según la respuesta continente que le imponga el aparato estatal y la percepción de la relación caos – orden que perciba el conjunto de la sociedad.
Fase Cero: la Paz
Los habitantes del Estado viven normalmente. Proyectan sus vidas sin mayores sobresaltos. Adhieren sus conductas a las normas vigentes. Existe un evidente imperio del orden. No carente de conflictos ni de hechos violentos que escapen al control del Estado.
Puede darse una situación de crisis, que es la pérdida o debilitamiento de las capacidades políticas, burocráticas y administrativas para realizar normalmente las funciones básicas del Estado (v.g.:desastre climatológico, traspié financiero, epidemia, ataque exterior, un caso de corrupción puntual en algún poder del Estado). Pero este tipo de crisis son transitorias y por eso refuerzan la confianza en las instituciones públicas.
Fase Uno: La crisis crónica o falsa normalidad
Los problemas que no se solucionan generan más problemas. Una vez que la crisis se instala (política, económica o social), esta se torna crónica. Esta crisis genera una sensación de falsa normalidad, alimentada por el deseo y expectativa de encontrar una salida. La gente percibe que el Estado no puede dar una respuesta inmediata y decae la confianza. Podemos decir que en esta fase la crisis es de índole cultural, ya que comienza a disminuir el grado de adhesión a la normativa vigente y se genera una cultura antijurídica progresiva basada en la transgresión y el remedio excepcional. El Estado entra en crisis por el deterioro de sus basamentos morales y se repliega. Aunque la crisis pueda escalar hacia formas de resolución violentas, la guerra civil molecular comienza a echar su cimiento en forma sutil.
Fase Dos: La crisis de la seguridad
La degradación del aparato estatal provoca el deterioro de los parámetros de seguridad interior. La indolencia, desinterés, falta de estímulos, accionar cansino y falto de vocación comienzan a manifestarse en las instituciones estatales que deben velar por la seguridad. Evitar que se extienda depende del liderazgo que se tenga. Las responsabilidades institucionales de seguridad no se ejercen, sea por omisión o tolerancia pasiva a cambio de beneficios. Los funcionarios estatales se involucran de manera directa y protagónica en operaciones delictivas. Se deja de confiar en las fuerzas del orden y en la justicia.
Fase tres: Pre “Guerra Civil Molecular”
En esta fase se multiplican los espacios “off limits”. La indolencia, seguida de omisión y comisión, desemboca inevitablemente en la pérdida de manejo de la seguridad interior por parte del aparato estatal. Se generalizan: medidas de autodefensa (posesión de armas, rejas, candados, puertas, autos y chalecos blindados); conformación de barrios cerrados por sectores de alto nivel socioeconómico y la seguridad privada se torna usual.
Fase Cuatro: Estado de “Guerra Civil Molecular”
Desde el momento en que una organización o masa delictiva se apropia de un territorio, todas sus acciones deben entenderse como acciones de guerra civil molecular, incluso aquellas que representan enfrentamientos entre bandas. Comienzan los entrecruzamientos de acciones; proliferan los combates entre organizaciones (bandas, mafias, carteles, hinchadas, grupos estudiantiles, patotas juveniles). La naturaleza del arma empleada no es relevante, sí lo es la voluntad de avasallar al otro ignorando completamente a la autoridad estatal.
Fase final: Anarquía y/o Guerra Civil
El colapso del Estado significa el fin de la guerra civil molecular y el comienzo de la anarquía. Sin embargo la anarquía extrema es transitoria, no subsiste por si misma, retrocede hacia la regeneración del viejo Estado o se transforma en una guerra civil macroscópica con vistas a la constitución de uno o varios Estados.
CONCLUSION
Los procesos de guerra civil molecular adoptan características peculiares según el país del que se trate. Lo esencial es la recomposición de las facultades del Estado que debe ser el único en poseer el legítimo uso de la violencia.
Los Estados con grandes falencias de gobernabilidad se verán obligados a enfrentar este nuevo tipo de conflicto. Se da en sociedades que han perdido cohesión social y ofrecen un contexto de poco consenso para emprender respuestas eficaces
Para liberar a la población de este riesgo se debe desterrar la cultura de antijuridicidad, estableciendo y fortaleciendo la cultura de lo jurídico, del respeto a la ley. Aferrarse al ordenamiento legal existente, para que se produzcan las correcciones que las normas consuetudinarias y del Derecho imponen.
A la luz de los recientes acontecimientos dejo al lector extraer sus propias conclusiones.
Por el Lic. Jorge P. Mones Ruiz
Hans Magnus Enzensberger, en su ensayo “Perspectiva de Guerra Civil” (1994), planteó el concepto “de guerra civil molecular a escala planetaria”, expresada en ámbitos urbanos y vinculada a las subculturas de tipo marginal. Se trata de un conflicto sin objetivos políticos claros, con un alto grado de violencia, y en ese sentido, el escritor alemán advierte que ”cualquier vagón de subterráneo puede convertirse en una Bosnia en miniatura”.
El desarrollo de esta guerra es, en un comienzo, incruento. Se inicia en forma imperceptible, ya que no necesita movilizar ejércitos, pero ya está presente en las sociedades occidentales cuyos focos comienzan a formar parte cotidiana de muchas grandes ciudades. “Poco a poco en la calle se van acumulando basura. En el parque aumenta el número de jeringuillas y de botellas de cerveza destrozadas. Por doquier las paredes se van cubriendo de graffitis monótonos, cuyo único mensaje es el autismo: evocan un yo que ya no existe. Los colegios aparecen con el mobiliario destrozado. Nos hallamos ante una declaración de guerra, aunque pequeña, muda, el urbanista experimentado sabe interpretarlo”.
Lo verdaderamente grave de este tipo de conflictos es que no están regulados por el derecho internacional, ya que ocurren en el seno de los Estados, por lo que la aplicación del derecho humanitario se hace impracticable; y lo que es peor; el agresor no reconoce leyes regulatorias ni le interesa la antijuridicidad de sus actos.
Características (2)
Es un fenómeno de vandalismo y violencia urbana, en el cual los “combatientes” con conductas cuasi autistas que desconocen el entorno o la realidad que los rodea, son en general jóvenes que ocupan la vanguardia, guiados por el deseo de una agresión sin contenido.
Se presenta en zonas caracterizadas por la degradación del medio ambiente, villas de emergencia, barrios descuidados o regiones empobrecidas, que permiten la aparición de espacios públicos “off limits”, donde el control por parte del Estado es escaso o directamente nulo. Deja de ejercer el monopolio del poder y las instituciones estatales sus funciones específicas. La opción de la población afectada es huir o autoprotegerse.
La Guerra Civil Molecular es un grado de fragmentación social que pone en riesgo el ejercicio del monopolio de la violencia por parte del Estado.
Para analizar cómo se genera estableceremos fases de su desarrollo y su evolución. Esta especulación teórica nos permitirá determinar el estado actual de la situación global, regional y, particularmente, como fenómeno en la Argentina. Como toda construcción teórica, los aspectos señalados en cada fase no son estancos, admiten combinación interfásica.
Cada fase es una situación de caos, dinámica, donde se atraviesan etapas, avanzando o retrocediendo a través de ellas, expandiéndose o contrayéndose según la respuesta continente que le imponga el aparato estatal y la percepción de la relación caos – orden que perciba el conjunto de la sociedad.
Fase Cero: la Paz
Los habitantes del Estado viven normalmente. Proyectan sus vidas sin mayores sobresaltos. Adhieren sus conductas a las normas vigentes. Existe un evidente imperio del orden. No carente de conflictos ni de hechos violentos que escapen al control del Estado.
Puede darse una situación de crisis, que es la pérdida o debilitamiento de las capacidades políticas, burocráticas y administrativas para realizar normalmente las funciones básicas del Estado (v.g.:desastre climatológico, traspié financiero, epidemia, ataque exterior, un caso de corrupción puntual en algún poder del Estado). Pero este tipo de crisis son transitorias y por eso refuerzan la confianza en las instituciones públicas.
Fase Uno: La crisis crónica o falsa normalidad
Los problemas que no se solucionan generan más problemas. Una vez que la crisis se instala (política, económica o social), esta se torna crónica. Esta crisis genera una sensación de falsa normalidad, alimentada por el deseo y expectativa de encontrar una salida. La gente percibe que el Estado no puede dar una respuesta inmediata y decae la confianza. Podemos decir que en esta fase la crisis es de índole cultural, ya que comienza a disminuir el grado de adhesión a la normativa vigente y se genera una cultura antijurídica progresiva basada en la transgresión y el remedio excepcional. El Estado entra en crisis por el deterioro de sus basamentos morales y se repliega. Aunque la crisis pueda escalar hacia formas de resolución violentas, la guerra civil molecular comienza a echar su cimiento en forma sutil.
Fase Dos: La crisis de la seguridad
La degradación del aparato estatal provoca el deterioro de los parámetros de seguridad interior. La indolencia, desinterés, falta de estímulos, accionar cansino y falto de vocación comienzan a manifestarse en las instituciones estatales que deben velar por la seguridad. Evitar que se extienda depende del liderazgo que se tenga. Las responsabilidades institucionales de seguridad no se ejercen, sea por omisión o tolerancia pasiva a cambio de beneficios. Los funcionarios estatales se involucran de manera directa y protagónica en operaciones delictivas. Se deja de confiar en las fuerzas del orden y en la justicia.
Fase tres: Pre “Guerra Civil Molecular”
En esta fase se multiplican los espacios “off limits”. La indolencia, seguida de omisión y comisión, desemboca inevitablemente en la pérdida de manejo de la seguridad interior por parte del aparato estatal. Se generalizan: medidas de autodefensa (posesión de armas, rejas, candados, puertas, autos y chalecos blindados); conformación de barrios cerrados por sectores de alto nivel socioeconómico y la seguridad privada se torna usual.
Fase Cuatro: Estado de “Guerra Civil Molecular”
Desde el momento en que una organización o masa delictiva se apropia de un territorio, todas sus acciones deben entenderse como acciones de guerra civil molecular, incluso aquellas que representan enfrentamientos entre bandas. Comienzan los entrecruzamientos de acciones; proliferan los combates entre organizaciones (bandas, mafias, carteles, hinchadas, grupos estudiantiles, patotas juveniles). La naturaleza del arma empleada no es relevante, sí lo es la voluntad de avasallar al otro ignorando completamente a la autoridad estatal.
Fase final: Anarquía y/o Guerra Civil
El colapso del Estado significa el fin de la guerra civil molecular y el comienzo de la anarquía. Sin embargo la anarquía extrema es transitoria, no subsiste por si misma, retrocede hacia la regeneración del viejo Estado o se transforma en una guerra civil macroscópica con vistas a la constitución de uno o varios Estados.
CONCLUSION
Los procesos de guerra civil molecular adoptan características peculiares según el país del que se trate. Lo esencial es la recomposición de las facultades del Estado que debe ser el único en poseer el legítimo uso de la violencia.
Los Estados con grandes falencias de gobernabilidad se verán obligados a enfrentar este nuevo tipo de conflicto. Se da en sociedades que han perdido cohesión social y ofrecen un contexto de poco consenso para emprender respuestas eficaces
Para liberar a la población de este riesgo se debe desterrar la cultura de antijuridicidad, estableciendo y fortaleciendo la cultura de lo jurídico, del respeto a la ley. Aferrarse al ordenamiento legal existente, para que se produzcan las correcciones que las normas consuetudinarias y del Derecho imponen.
A la luz de los recientes acontecimientos dejo al lector extraer sus propias conclusiones.
(1) Extraído de “Argentina…¿Sin Destino?, – Estudio sobre las Nuevas Amenazas Globales”, del autor de este artículo – Ed. Santiago Apóstol, Bs. As., 2007
(2) Síntesis extraída de TAMAGNONE, Santiago, “Los nuevos conflictos del siglo XXI:¿Conflictos de Cuarta Generación o Guerra Civil Molecular?”, Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia, Buenos Aires, págs. 54 a 68, 2004.
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