jueves, 9 de diciembre de 2010

CAOS.


La Argentina ha llegado adónde nunca debió a haber llegado. Promover desde el Estado, proteger, amparar, justificar a quiénes se apoderan de lo que no les corresponde y castigar a las fuerzas de seguridad que por orden del Aparato Estatal intentan hacer cumplir la ley no responde a ninguna política seria ni legal y menos la justifica el hecho de no pagar costo político alguno. El Derecho de Propiedad es el pilar máximo de una sociedad que se supone civilizada y democrática.
Pocas esperanzas alberga un país que no respeta el derecho de propiedad y que fomenta que quién lo viole salga indemne de este hecho ilegal.
Esto no es justicia social, ni igualdad ni distribución sino propiciar la anarquía. Una cosa es que el Estado promueva políticas de acceso a la vivienda para los más necesitados otra muy distinta promover la ocupación ilegal, una cosa es promover la educación y la libertad educativa otra muy distinta es promover la toma de los colegios por motivos políticos, una cosa es que el Estado aplique políticas destinadas a crear empleos y promover el trabajo en condiciones dignas otra muy distinta promover que la gente no trabaje otorgándoles planes destinados a fomentar la holgazanería y obligar a los beneficiarios de estos a concurrir a actos políticos oficialistas. Todos los Argentinos tenemos derecho a trabajar a educarnos, a vivir con seguridad, a tener acceso al ahorro para llegar a tener nuestra casa propia pero esto no significa tener derecho a coartar el derecho constitucional de otros a transitar líbremente por el territorio de la República o a tomar las empresas y fábricas donde trabajamos, los institutos donde nos educamos ni tomar por la fuerza y ocupar los espacios públicos que no son de nuestra propiedad porque todas estas acciones constituyen violaciones a la Constitución Nacional y a las Leyes Nacionales, en una palabra son delitos y un Estado no puede permitir que los delitos sean la costumbre y el cumplimiento de la ley sea la excepción.

Alejandro OLmedo Zumarán.

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