jueves, 9 de abril de 2009

"UNA SOLUCIÓN PARA LA INSEGURIDAD" POR ROLANDO HANGLIN.

Todo el país habla de la inseguridad: hay miedo y alarma por los asaltos, violaciones, robos y sobre todo los asesinatos gratuitos que se suceden y en los cuales los ladrones, absortos en la tarea de matar gente...¡Se olvidan de robar!
Tal vez sea sólo una "sensación", como dicen algunos respetables funcionarios. Tal vez, como afirman otros, la "prensa opositora" agiganta el tema para perjudicar a la administración. Tal vez. Pero admitamos que hay un problema de inseguridad (grave o leve) y que mejor sería no tener ningún problema en esa materia. ¿Verdad?
La reacción de los ciudadanos ante esta cuestión depende de su orientación política, su carácter y -sobre todo- las experiencias que les haya tocado vivir en su familia. Unos reclaman "mano dura" porque a los delincuentes "hay que meterles bala". Otros exigen que se resuelvan los problemas sociales de marginalidad y desempleo porque todo el asunto se origina en la violenta pobreza: sólo los padres que no pueden llevar un pan a la mesa de sus hijos salen a robar.
Bien. Sea lo que sea, examinemos la famosa teoria de la Tolerancia Cero, aunque más no sea para ver de qué se trata. En realidad no es una consigna policial ni una actitud ultra -represiva ni un invento de politicos ultraderechistas con alma de sheriff. Para nada.
La historia comienza en 1969, en la Universidad de Stanford (USA) donde el Profesor Phillip Zimbardo realiza un experimento de psicología social. Para estudiar el comportamiento del público, los investigadores dejan abandonado un auto nuevo junto a una vereda en el peligroso barrio del Bronx. El mismo dia y a la misma hora, estacionan otro auto (mismo modelo, misma marca, mismo color) en el lujoso vecindario de Palo Alto, California. Hay que recordar que, en aquellos años, uno de los mayores problemas de los Estados Unidos era precisamente la inseguridad, y se debatía con furia sobre las posibles soluciones, represivas o asistencialistas.
Al cabo de tres días, el auto estacionado en el Bronx había sido desguazado por los vecinos. Se fueron llevando los neumáticos, las ruedas, la radio y el pasacasette, los butacones, los vidrios, los pedales...¡Quedó sólo un esqueleto!
En cambio, el auto abandonado en Palo Alto estaba intacto. Nadie le prestaba atención. La conclusion inicial fue obvia: "En el Bronx hay hambre, marginalidad, escasez. La gente es muy pobre, de manera que no tiene tiempo de pensar si sus acciones son legales o ilegales. En su desesperación, roban lo que pueden. En cambio, los ricos vecinos de Palo Alto no necesitan un pasacasette ni una butaca de auto....¡Todos tienen varios autos!".
Pero el Profesor Zimbardo continuó con su extraordinaria investigación. Introdujo la siguiente novedad: romper uno de los vidrios del auto estacionado en Palo Alto. En pocas horas comenzó el proceso de desguace que había tenido lugar en el Bronx. Vandalismo, robo, destrozos a cargo de insospechables vecinos.
Por lo tanto...¿Qué tienen que ver la pobreza y el hambre? Nada.
Hay algo en la mente humana -concluyó el Profesor Zimbardo -que tiene que ver con el abandono, la suciedad, el desorden. Las señales de abandono incitan a las personas a comportarse de modo antisocial. Recordemos estos términos: señales de abandono.
Cuando usted, amigo lector, lleva a su perro a hacer las necesidades a la plaza...¿No busca un sitio que esté ya abundantemente adornado por otros perros? Esto reduce su sentimiento de culpa. Qué le hace una mancha más al tigre. ¿Verdad?
¿Por qué en las iglesias reina el silencio y todo está limpio? No se trata de que los feligreses sean millonarios. Ni tampoco de que el cura los vigile con una escopeta. Sencillamente, la quietud y el orden de ese lugar generan en el visitante una actitud de respeto. Por eso están todos callados "como en misa". Aunque reconozcamos que también se han saqueado templos en la historia humana.
Resumiendo el hallazgo del Profesor Zimbardo: las calles limpias, las veredas blanqueadas y sin graffiti, los canteros floridos, las plazas enrejadas y cuidadas, el mobiliario urbano sano -y- limpio representan el orden, e inspiran en las personas una conducta sin desórdenes.
Más adelante, dos investigadores llamados James Wilson y George Kelling desarrollaron la "Teoría de las Ventanas Rotas". Estos señores verificaron que, cuando en un edificio se rompe un vidrio y nadie se preocupa por reemplazarlo, ni hay castigos contra el autor de la pedrada, se genera un "efecto indiferencia". Pronto estarán rotos todos los vidrios del edificio. Y del barrio.
Dice una antigua norma metafísica denominada Ley de Atracción: los iguales se atraen.
El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, inició en 1994 la puesta en práctica de la teoría de las ventanas rotas. Aplicó entonces la Tolerancia Cero. Esto es: reprimir con firmeza cualquier desmán, cualquier irregularidad. Por ejemplo: no está permitido abordar a los automovilistras exigiéndoles que compren un objeto perfectamente inútil, o que paguen por un rápido fregado de sus ventanillas, ni circular con palos, piedras o máscaras, ni agruparse en tumulto impidiendo la circulación. Es decir: no está permitido hacer todo lo que los argentinos hacemos constantemente, o toleramos como vacas asustadas.
Una mirada a la carrera criminal de un millón de gangsters permite observar que empezaron a los ocho años (por ejemplo) robando un caramelo, siguieron con un reloj, ascendieron luego a la violación de una muchachita a los 13 años, empuñaron su primer revolver a los 17 y luego siguieron en su marcha consagratoria con asesinatos, copamientos, batallas urbanas, fusilamientos de inocentes. Pero todo empieza con un furtivo piedrazo a las ventanas...
Personas más expertas que yo han señalado que el crimen no tienen nada que ver con el hambre o la miseria, ya que en realidad se trata de una industria. Por lo tanto, requiere capital. Es muy cara una pistola, con sus proyectiles adecuados, y el uso de la misma supone entrenamiento, práctica, tiempo de training, no sólo vocación. Las distintas maniobras de un grupo de asaltantes (agrupación de ataque y fuga, cobertura de fuego enemigo, logística, uso de vehículos y armas, cantidad de individuos necesarios para determinada operación, apoyo de retaguardia, copamiento, reserva de municiones, distribución geográfica de los efectivos) corresponde a un manual de tipo militar. El lunfardo acude en nuestra ayuda para demostrar que esta industria se basa en una mano de obra bien entrenada, segura de su IMPUNIDAD (si no, se acaba el negocio) y que sus protagonistas son trabajadores. "Afanar" viene del castellano antiguo: trabajar. Lo mismo significa hoy día en España la palabra "currar". Desempeñar un empleo. Y por ese mismo motivo los gangsters de las películas contratan a un hampón diciéndole: "Te voy a encargar un trabajito..."
Es una industria muy rentable que se basa en arruinarnos a todos nosotros.
Durante veinte años he pasado por la placita de Libertador y Olleros, camino al Buenos Aires Lawn Tenis Club. Siempre fue un sitio indeseable. Oscuro, dudoso, sucio de papeles y excrementos, con el césped arrasado. Hace dos días pasé por allí, descubriendo con sorpresa que aquí también aplican la Teoría del Vidrio Roto y la Tolerancia Cero, cuando quieren. La plaza está iluminada al giorno, con verjas negras que producen cierto respeto instintivo, con canteros rebosantes de flores.
O sea: tal vez no hagan falta batallones de policías armados hasta los dientes, sino -al menos para empezar- una buena cantidad de pintores, carpinteros, jardineros, guardianes de plaza y, sobre todo, la decisión política de vivir en un país decente, ordenado y limpio. Sin violencia en ninguna parte.
¿Que todo esto es una utopía? Hombre, claro, esa es la idea.
LA NACIÓN. COM. MARTES 7 DE ABRIL.

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