lunes, 6 de abril de 2009

LA TEORÍA DE LOS DEMONIOS.

Con respecto a la carta publicada el 30/3 titulada: "Sobre la teoría de los dos demonios" deseo expresar que resulta muy difícil respetar a una persona que celebra con alegría los atentados terroristas, sea el de las Torres Gemelas, el de la Estación de trenes de Atocha, o cualquier otro que tenga lugar en cualquier parte del mundo.

Matar en defensa propia, una vez realizada la exhaustiva investigación por parte del juez quién sentencia que realmente hubo legítima defensa propia, está amparado por la ley.

¿En defensa de quién mataban los terroristas subversivos de los setenta, quienes según la sentencia del juicio a las juntas militares asesinaron a 1501 personas entre los que se encontraban tanto policías y militares como civiles que incluyeron a niños de tres años como Cristina Viola y Juan Barrios?

¿Qué explicación justifica a los 21642 atentados terroristas?

La violencia, venga de dónde venga merece el mismo juicio. Cuando el objetivo es secuestrar, torturar y matar seres humanos las muertes valen lo mismo, no hay vidas que valgan mas que otras. Tampoco encuentro justificativo para lo que hicieron los terroristas que intentaban liberarnos de la esclavitud, perpetrando la mayoría de los atentados terroristas durante gobiernos democráticos.

¿Liberarnos de qué o de quién?¿De la democracia y de Perón?

Fueron secuestros, torturas y muertes que encadenaron más muertes, tal como está comprobado por lo que pasó después del 24 de marzo de 1976.

La pregunta que cabe a esta altura es: ¿el país mejoró?

Ser joven, católico ferviente, ¿humanista? y revolucionario no le da a nadie el derecho de erigirse en “salvador de la patria y del planeta”, menos aún cuando ese salvamento consistía en eliminar a miles de seres humanos.

Quienes combatieron al terrorismo, violando los derechos humanos, también se arrogaron el título de salvadores de la Nación, provocando divisiones y enconos que trajeron aparejado un enorme sufrimiento que aun hoy sigue vigente.

Ambos lados reclaman justicia, y una de las partes, la de las víctimas del terrorismo subversivo, ni siquiera ha logrado el más mínimo reconocimiento, por el contrario, continúa siendo discriminada por haber sido militares, hijos de militares o civiles, quienes perdieron la vida por haber estado en el lugar donde muchos jóvenes humanistas y católicos fervientes que querían salvar al planeta ponían bombas.
Alejandro Olmedo Zumarán.

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