Al leer la carta de la Señora Inés Blanco no puedo más que sentir un profundo rechazo hacia la actitud de destruir la Plaza Cristina Viola situada en las calles Muñecas y España que llevaba el nombre de una de las miles de víctimas que el terrorismo subversivo exterminó sistemáticamente. Tanto Cristina Viola como Juan Barrios que también tenía tres años cuando lo asesinaron los terroristas así como todas las demás víctimas, eliminadas la mayor parte durante gobiernos democráticos, merecen respeto. No solo que no se destruyen las plazas o bustos con sus nombres sino que quiénes cometieron dichos crímenes de lesa humanidad sean juzgados tarde o temprano.
El recuerdo de Cristinita no podrá ser diluido para otras generaciones sino todo lo contrario.
¿Quién sino el gobierno ha hecho posible qué muchos que nada sabían se enteraran de los crímenes y las acciones aberrantes producidas por el terrorismo subversivo sino fuera por una política de estado sesgada y parcializada hacia uno solo de los lados intentando ocultar y tergiversar la realidad?
Dicen que la mentira tiene patas cortas, estimo que estamos llegando al final de esas patas.
Alejandro Olmedo Zumarán.
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