lunes, 6 de abril de 2009



No fui simpatizante del Dr. Raúl Alfonsín, no obstante su muerte, a mi entender, es un hecho que ha evidenciado sentimientos que conmovieron a la crispada sociedad Argentina.

El fallecimiento de quién gobernara el país entregando el mandato cinco meses antes de finalizar su período, ha producido una unión y una reacción en la sociedad que puede interpretarse como un mensaje a todos los políticos argentinos y en especial al gobierno nacional.

A esta altura cabe la pregunta acerca de ¿cuáles fueron los valores que toda la gente que fue a despedirlo resaltó?

Su honestidad por sobre todas las cosas, la predisposición al diálogo, su permanente pedido de unidad nacional y la búsqueda de consensos dejando de lado viejos rencores y odios para lograr que de una vez por todas este país supere la debacle en que vivimos.

El mensaje fue muy claro, el pueblo no fue a la Plaza de Mayo, sino que desde todos los rincones de la República autoconvocó para despedir a un hombre que ha simbolizado valores perdidos, valores que por medio del lamentable acontecimiento de la muerte ha demandado a los políticos y al gobierno nacional que se pongan nuevamente en práctica.

Poco importan los errores cometidos por el Dr. Alfonsín, en estos tiempos interesa el futuro del país y lo que el pueblo ha reclamado al gobierno nacional y a los políticos en las calles de toda la Nación:

Honestidad, unidad, diálogo, consenso, transparencia y sinceridad.

Es de esperar que este homenaje sincero y espontaneo no sirva sólo para que dentro de un año los canales de TV lo repitan cuando se cumpla el primer aniversario de su muerte.

Esperamos y anhelamos que sea el puntapié inicial para que todos unidos pongamos a la Argentina de pie con el objeto de reconstruir a nuestro país.

Alejandro Olmedo Zumarán.

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