En el artículo publicado en La Nación el día 18/5 y titulado: "Populismo o democracia" José Enrique Miguens nos decía: "A juzgar por sus actos, comprobamos que para el núcleo del oficialismo la democracia se reduce a la votación, en la cual una mayoría circunstancial entroniza un gobierno que posteriormente puede hacer lo que quiera, sin límite alguno y sin rendir cuentas a nadie; es decir, el sistema político que el sociólogo Max Weber definió apropiadamente como "democracia cesarista", de tipo imperial".
Al final de la nota afirma que el debate fundamental debe darse sobre qué queremos:
"¿Un gobierno y una sociedad autoritarios que prescindan de nosotros y nos lleven por delante imponiéndonos sus soluciones o queremos un gobierno y una sociedad civil democráticos, donde nuestros problemas, que son de todos, se resuelvan entre todos?".
"¿Queremos una Patria grande con una convivencia que incluya a todos sus miembros en amistad cívica y con respeto mutuo o un país elitista, excluyente y resentido, cerrado sobre sí mismo, que manipula a los demás mediante la excitación de odios y enfrentamientos?".
Lo sucedido en España, donde la multitud que nos muestran las imágenes, ha ocupado las plazas más importantes del país a efectos de manifestar su indignación con los políticos y con su gestión, ha provocado un presente muy complicado y de difícil solución en La Madre Patria.
Asimismo leemos en el diario Clarín del día 23/5 que un francés de 93 años llamado Stepane Hessel es el inspirador de los rebeldes: "Hessel considera que las razones para indignarse están en la dictadura de los mercados y en el trato a los inmigrantes y a las minorías etnicas".
Volver a echar las culpas a los mercados, e incluso aquí en la Argentina a los economistas que actuaron hace casi cuarenta años como también al mal trato contra los inmigrantes y las minorías étnicas es una figurita repetida, que venimos escuchando también sobre los mapuches, que no fueron ni son lo que dicen ser y seguimos en la misma.
Los verdaderos culpables no son los mercados, ni los economistas de los años setenta, ni el neoliberalismo como tampoco el neoestatismo actual en Argentina. Los responsables son los hombres que intentan corromper a la humanidad, los políticos que roban e intentan perpetuarse en el poder, que se enriquecen injustificadamente aduciendo que luchan por el pueblo y los pobres, aunque cada día crean más pobreza mientras ellos, los políticos, incrementan escandalosamente sus patrimonios junto a los de sus familiares .
Las democracias tienen que depurar estas imperfecciones que están dandose en distintos países con gobiernos que se autoproclaman democráticos y presidentes que hacen del poder un objeto de su propiedad a través del cual consideran sin ningún pudor que pueden hacer lo que quieran por el solo hecho de ganar unas elecciones. Estiman que estas dan vía libre para todo y así hemos llegado al presente donde países como España comienzan a expresar su descontento y disconformidad con los políticos.
En Argentina en el 2001 hubo un "Que se vayan todos", no obstante se quedaron y parece que están dipuestos a querdarse todos.
A pesar de que estos gobernantes tienen mucho poder y aspiran a tener todo el poder, sus acciones nos llevan a niveles gravísimos de ingobernabilidad, corrupción y pobreza, sumando a esto el cansancio de millones de habitantes del mundo que se preguntan si la democracia es el sistema correcto, cosa que es preocupante.
Creemos que la democracia es el mejor sistema de gobierno, no obstante estas falencias que están llevando a millones de personas a marchar indignadas pidiendo un cambio profundo, deben ser solucionadas.
Los males a erradicar haciendo una somera enumeración serían:
La corrupción, tanto de los gobernantes como en las distintas organizaciones políticas y sociales, esto con mayor énfasis en nuestro país, donde el narcotráfico, el terrorismo, la educación, corrompen sin solución de continuidad.
Una vuelta a la dignificación del trabajo y a extremar los controles para transparentar toda la actividad pública y privada provocando que lo ilegal sea descubierto. Impedir que se consumen delitos y hechos aberrantes solo se logrará con un sistema de justicia que en la actualidad no poseemos.
No implica lo antedicho eliminar la ayuda social, que tiene que existir y que requiere de un exaustivo control para que no se convierta en prebenda y clientelismo en beneficio de los políticos de turno y sus punteros lo que provoca más pobreza y corrupción. La ayuda social debe tener presencia y llegar a los necesitados que también deben ser preparados para progresar entendiendo que son el trabajo, el estudio y el esfuerzo las armas que conducen al éxito en la vida. Por el contrario no lo es la ayuda social empapada de clientelismo, prebenda y corrupción la que hace progresar a una Nación y a su pueblo.
Un pueblo que exige imperativamente que un Estado le “regale” propiedades y sumas de dinero por imperio constitucional no puede progresar. La Constitución Nacional proclama el derecho a la vivienda, a la vida, a la educación, a transitar líbremente por el territorio, a trabajar, a la protesta y a peticionar entre otros, siempre de acuerdo a lo enunciado en el artículo 14 que expresa: CONFORME A LAS LEYES QUE REGLAMENTEN SU EJERCICIO.
Solo asi lograremos un gobierno y una sociedad civil y democrática, donde nuestros problemas, que son de todos, se resuelvan entre todos para lograr ser un país que incluya a todos sus miembros en amistad cívica y con respeto mutuo.
Alejandro Olmedo Zumarán.