Gravísimos resultan los acontecimientos que han sucedido sin interrupción desde hace años culminando con los bloqueos a la salida de distintos diarios y el consiguiente impedimento de que la ciudadanía pueda informarse de acuerdo a sus propia voluntad.
Se alega desde el gobierno que el conflicto es gremial o sindical pero resulta poco creíble dicha afirmación, sobre todo ante la inacción del mismo permitiendo que estos bloqueos se extienden a diarios del interior del país.
Debe quedar claro que nadie defiende a La Voz del Interior de Córdoba, a Clarin o a La Nación sino a la libertad de prensa y la libertad de elegir que tenemos los ciudadanos de informarnos con quién más nos agrade tal como se acepta y se protege en cualquier gobierno y régimen democrático.
Poco a poco los argentinos nos hemos acostumbrado a ver cercenados nuestros derechos fundamentales como por ejemplo a circular líbremente por el territorio de la República, circulación que ha sido restringida hace años con la complicidad de un gobierno que mira para otro lado. Millones de argentinos se han visto impedidos de que sus hijos se eduquen líbremente y correctamente al permitir las autoridades que grupos minoritarios pero organizados tomen los colegios e impidan la libre enseñanza argumentando consignas que no se sostienen por si solas. La inseguridad es un tema insolucionable y los argentinos nos hemos acostumbrado a que nos roben, violen y resultar agradecidos si de nuestra experiencia los resultados son solo estos y no somos asesinados, en esta ocasión la omisión del gobierno y la justicia en hacer cumplir las leyes y defender a los ciudadanos honestos brilla por su ausencia.
Llegamos al bloqueo de los diarios y otra inacción por parte de las autoridades nacionales que al parecer no les preocupa el libre ejercicio de la libertad de prensa ni de expresión.
Se están violando límites nunca antes ignorados en gobiernos que se tilden de democráticos, la situación es muy grave y la democracia corre un peligro mayúsculo si quienes violan los principios y garantías constitucionales lo siguen haciendo antojadiza e impunemente mientras la ciudadanía sigue adormecida como aguardando la llegada del Principe salvador.
Alejandro Olmedo Zumarán.
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