Respuestas fuera de lugar, insultos, frases desafortunadas, conductas propias de chicos, que décadas atrás hubiesen sido consideradas marginales con la consiguiente expulsión en cualquier instituto de educación, sin que importe que fuesen privados o estatales.
Hoy enfrentamos tristes y deplorables acontecimientos donde chicos, sin entender nada de ideologías, acompañados por sus padres, toman colegios, cortan calles, impiden que asuman rectores manifestando disconformidad porque la persona en cuestión ejerció funciones profesionales en alguna dictadura, sin tomar en cuenta aquellos casos donde fehacientemente esta comprobado que la persona formó parte de organizaciones terroristas que mataron gente.
Volviendo al tema central, considero que no se puede ser padre, amigo y cómplice.
Ser padre es un rol complicado e importante.
Décadas atrás el padre tenía autoridad y sus decisiones estaban respaldadas por ese hecho.
Equivocaciones existían, no obstante, la transformación actual de la relación entre padres e hijos no se sostiene, las pruebas están a la vista de todos.
Personas de treinta años no saben qué hacer de sus vidas, viven con sus padres y no quieren irse de la casa paterna asumiendo la responsabilidad que ello implica. No trabajan ni quieren hacerlo, en su gran mayoría.
Padres cincuentones que se visten y comportan como adolescentes y buscan quién sabe qué, a una edad donde debiera reinar el equilibrio, la mesura, la cultura y la sabiduría en una palabra el ejemplo.
Pero: ¿Qué ejemplos tienen hoy nuestros hijos?
¿Somos nosotros un ejemplo para nuestros hijos?
Muchos padres debiéramos hacer una minusiosa revisión para llegar a la conclusión de si somos un ejemplo o actuamos ejemplarmente frente a nuestros hijos.
Quizá si y seguramente que muchos lo hacemos correctamente pero dudo que la mayoría lo sea y actue como un verdadero padre.
Por el contrario los nuevos enfoques que sugieren no frustrar a los hijos intentando poner límites que no son otra cosa que normas de convivencia como educarlos mediante el hecho de saludar y ceder el asiento a los mayores, dar las gracias, pedir permiso, propician una igualdad que se traduce en maltrato a los propios padres y a toda autoridad, ya sea maestro, director o profesor de la actividad que se trate.
Corregir, sin llegar a retar por mal comportamiento a un niño hoy día es considerado por el propio niño y muchos mayores como un acto represivo.
El tema requiere un análisis mucho más extenso, no obstante mi propósito es señalar que la metodología de amiguismo, complicidad y equiparación desautoriza tambien a las autoridades que dirigen instituciones, para lo cual se requiere preparación, capacidad y experiencia que la minoridad no tiene. En este camino se han incrementado los problemas y los conflictos en forma acelerada, tornandolos en muchos casos en situaciones sin solución.
Alejandro Olmedo Zumarán.
2 comentarios:
Excelente y cierto Ale! me pregunto muchas veces ante ciertas actitudes de mis hijos donde mirabamos el padre y yo. No fué mala educación, nos esmeramos pero tal vez la moda de la no represión fué lo que nos fallo. Represión bien dicha, no castigos corporales solo penitencias ante las cuales aflojabamos siempre. Y bue... amigo es lo que nos toco vivir. Te aclaro que son buenisimos y los amoo pero cuando fuí criada y mi padre me miraba ya sabia todo y para mi el fué lo más en mi vida. bss
Gracias queridísima Sus. Sos genial.
Bss.
Ale.
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