sábado, 11 de septiembre de 2010

¿DICTADURA ADOLESCENTE?

Lo ocurrido en los últimos días es un preanuncio de lo que puede suceder de seguir esto así.
Estudiantes que supuestamente defienden la educación pública y el derecho a educarse toman colegios y cortan calles. A pesar de que estas acciones violan leyes y principios constitucionales muchos periodistas, políticos y referentes sociales manifiestan que esta acción ha dado resultado ya que el ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires los recibió y les presentó un plan de obras que no fue aceptado por los adolescentes estudiantes y acompañantes que no son tan adolescentes ni estudiantes. Paralelamente muchísimos estudiantes y padres que no comparten las tomas y cortes expresaron su disconformidad ante esta maniobra. Quienes no estamos de acuerdo con ellos somos considerados fascistas, retrógrados, partidarios de Videla y muchos calificativos más. Ni hablar si alguien expresa que estos activistas debieran ser procesados por violar la ley. Automáticamente seríamos tildados de golpistas, represores y dictadores. Periodistas que relativizan estas acciones ilegales se mofan de los que no compartimos las tomas sosteniendo que estos muchachos son la antesala del terrorismo y que esto es lo que ocurrió en los setenta, obviando cínicamente que realmente fue una de las tantas cosas que ocurrieron en los 70 y que luego e conjunto provocaron la tragedia.
Asimismo quienes estan a favor de la educación pública no solo deben apoyar que los colegios tengan estufas, vidrios, ventiladores y baños limpios, elementos que todo colegio debiera tener, sino tambien exigir un cierto nivel en la calidad, que lejos está de lo que hoy es considerado básico para responder a las exigencias del mundo contemporaneo.En cambio se ocupan de organizar sus reuniones del Politik Bureau en el mas absoluto libertinaje, resultando partidarios del aborto, la venta libre de drogas, no obstante haberse proclamado incondicionalmente defensores del derecho a la vida.
No solo en la Argentina sino en el mundo tenemos movimientos de adolescentes, solo que aquí al vivir en un estado casi anárquico pueden violar los principios constitucionales para realizar sus "defensas", que consisten en tomar colegios, universidades, ser solidarios con reclamo de trabajadores que toman empresas. Un paso adelante han avanzado estos reclamos a partir del momento que contaron con el apoyo de la Presidente de la Nación. Este imprudente acto de la primera magistrada, los habilito para doblar la apuesta y entonces anunciar un paro y toma nacional de los colegios y universidades.
Es que los jóvenes han tomado un estado de impunidad como nunca antes nadie tuvo. La Convención que resguarda sus derechos, a cambio de ninguna obligación, y hasta edades en la que es difícil considerarlos niños y menos a esta altura de los acontecimientos ha sido quisá una de una larga serie de circunstancias que ha provocado este presente.
En el tema del aborto, y lo expreso como una opinión personal, su apoyo a la causa pareciera entrever un temor a que en el día de mañana los futuros niños les causen iguales rebeldías cuando sean mayores. Por eso se manifiestan a favor de una práctica que elimina la vida.
Resulta que en la actualidad defender la libertad de circulación, el derecho a la vida, la libre expresión, el derecho a la información de los actos de gobierno que tenemos los ciudadanos, la división de poderes, el principio de igualdad ante la ley, en una palabra defender los principios constitucionales es ser de derecha o directamente fascista.
Por otro lado aparte de esta juventud "Militante" por llamarla de alguna manera pero que lejos de estudiar usa los claustros para realizar su impractible, vetusto y fracasado proyecto político hay otra y es la "No Militante".
Esta juventud es la que concurre enviada por sus padres a colegios de doble turno con materias en castellano y en inglés y que deben dar examen de todas las materias. Se levantan a las 6.30 am y vuelven a sus hogares a las 17 hs exhaustos y sin ganas de hacer nada la gran mayoría de ellos.
Los padres modernos, por lo general, trabajan ambos y no se sabe si por un sentimiento de culpa o por formar a sus hijos en lo que creen es lo mejor, hacemos este esfuerzo de pagar un dineral a colegios abarrotados de materias, de cursos, de actividades extracurriculares, produciendo en muchos niños una especie de saturación que al terminar los doce años de escuela aspiran a tomarse un año sabático y hacer realmente lo que quieren, o sino realizar un curso de mediana o baja exigencia para luego trabajar en algo part time. Otros ni siquiera trabajan ni estudian y permanecen en la casita de los viejos hasta los 38 años o más.
Son estos los que exigen de sus padres una manutención permanente sea alimentaria, vivienda y atenciones varias. No tienen la más mínima intención de irse a vivir solos, salvo muy raras excepciones, y se transforman en una carga de por vida para los padres que ven que esos hijos que adolecen no se realizan ni tienen objetivos personales de superación más allá de seguir viviendo comodamente al amparo de sus padres y esperando el paso y la sucesión natural del tiempo que hará que un día ellos sean los dueños de lo que sus padres lograron trabajando.

Por supuesto que estos dos grupos no son los que representan a todos los adolescentes, también hay muchos que estudian, trabajan, respetan los derechos de los demás y a sus padres y tienen un proyecto personal de vida.
Pero es preocupante el protagonismo de los dos grupos descriptos más arriba ya que entre los dos no se puede sacar algo productivo salvo mediocridad, decidia e incultura. Sus objetivos coinciden en que tanto uno como el otro quieren vivir mantenidos por dos sujetos, unos por el Estado y la política y los otros por su Padres.

La difícil situación nacional colabora para esta elección de vida. Lo diferente que vemos fuera de nuestras fronteras es que si bien en el mundo hay movimientos semejantes, se estudia, se trabaja y se tiene conciencia de que si no se respetan esos principios colapsa el Estado y no hay padres que puedan ayudarlos en la vida.



Alejandro Olmedo Zumarán.

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