sábado, 1 de enero de 2011

REFLEXIONES SOBRE 2010.

Se termina 2010, se acaba el año en el que la Argentina se consolidó como un país liberado para lavar dinero y narcotraficar. También se convirtió en gran productor de sustancias prohibidas, drogas, donde la ley se transformó en un trapo y quienes deben aplicarla rehusaron ejercer su función dejando impunes crímenes y delitos que aumentan ante el laissez faire como política a seguir.

Como acostumbro a decir no solo los políticos y gobernantes llevan a una Nación a este Estado Calamitoso. Esto es posible también gracias al apoyo de gran parte de la población que aprueba a su modo la corrupción estatal en las acciones que al Estado le corresponde realizar.

Desde pasar un semáforo en rojo, conducir a exceso de velocidad, sacar el boleto de colectivo más barato para ahorrarse quince centavos o "colarse" en el tren, el peatón que cruza con el semáforo en verde y el muñeco en naranja e insulta a los conductores que deben frenar ante tal acción, quién se guarda un pequeño alimento en su cartera y luego se niega a mostrarla a la cajera del supermercado que le solicita que la muestre porque la han visto introducir el producto "robado". El Argentino que se queja de las multas que tiene que pagar en el tribunal de faltas e intenta coimear al funcionario para no pagar las infracciones que cometió para luego insultar a los funcionarios es un participe principal de lo que ocurre en la República.
Desgraciadamente la Argentina se ha convertido en un país donde la "Corrupción" forma parte del comportamiento común a la mayoría de los argentinos y nadie intenta alterar ese estado de las cosas y quién lo intenta es calificado de loco, fascista, represor y otros epítetos por el estilo.

Desde los Poderes del Estado y las Instituciones más importantes de la República hasta una pequeña institución barrial todos son abarrotados por hechos de corrupción enormes y pequeños.

La Argentina se ha ido corrompiendo en forma continua sin interrupción durante el transcurso de los años y la mayoría de la población se ha acostumbrado a ser robada, violada en sus derechos y a vivir en un infinito estado de corruptela.

Equivocadamente, en mi opinión, muchos que no adherían a ese actuar despreciable han sido presa y caido bajo las garras de esta endemia que se ha adueñado del país estableciendo el "Sálvese quién pueda" llevando a que la Argentina, junto a los políticos y gobernantes de turno, transite los carriles más trágicos de todos los tiempos.

Cuando un Juez afirma que quién se apropió de algo que no era de él no realizó usurpación alguna porque lo que apropió es público, estamos frente a un sujeto que falta a su deber de hacer cumplir la constitución y las leyes, al tiempo que incumple los deberes de funcionario público y alienta a que otros se apropien por derecho propio de algo que no les corresponde.

Lo mismo ocurre en el caso de la aplicación selectiva de la justicia. Según el destinatario sea amigo o enemigo o mejor dicho oficialista u opositor. La igualdad ante la ley es un principio insustituible en un país que se precie de estar gobernado bajo un régimen democrático.

El hecho sistemático de que la mayoría de los presidentes, gobernadores, funcionarios nacionales, legisladores y demás autoridades incrementen escandalosamente sus patrimonios y la justicia asienta o mire para otro lado, no hace más que confirmar que la corrupción forma parte del sistema del país y que lo ha desbordado en todos sus frentes.

No hay salida posible sin antes hacer todos un mea culpa individual y colectivo para luego retrotraernos al momento de la Fundación de la Argentina y comenzar una Refundación de la Nación bajo los valores que la llevaron a ser considerada una de las siete Naciones más importantes del planeta.

Antes de esto habremos de erradicar al máximo la corrupción, comenzando por conducir respetando las señales de tránsito hasta sancionar con severas penas a quienes cometan las irregularidades que se han cometido en las distintas administraciones en las últimas décadas, que posibilitaron políticos cada vez más ricos dirigiendo los destinos de un pueblo cada vez más pobre.

Educación de excelencia será necesaria para que los futuros gobernantes sean idoneos y decentes, volver a instalar la cultura del trabajo comprendiendo que solo bajo la educación, el trabajo, la honestidad y la igualdad ante la ley el país puede progresar.

Los valores morales daran el soporte necesario para que estos objetivos se enmarquen y desarrollen en el perverso caldo de cultivo que los ultimos gobiernos nos legaron.

Alejandro Olmedo Zumarán.

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