sábado, 7 de agosto de 2010

MEDIOCRIDAD PURA.

Escribir estas líneas me costará seguramente la enemistad de algunos, pero no puedo dejar de hacerlo. Muchos de ustedes conocerán mi dedicación al tenis profesional en mi adolescencia, luego a la enseñanza y en los últimos 17 años su combinación con la actividad jurídica y analítica.
Trabajo con el tenis hace 25 años y soy socio del lugar donde ejerzo mi profesión.
Buscando las causas de este presente tan mediocre y triste que nos toca vivir en la Argentina lo más simple es cargar las responsabilidades y culpas contra los políticos que sin lugar a dudas las tienen en gran medida, pero nunca podrían haber tenido tanto éxito sin una masa mayoritaria de ciudadanos que acompañe la mediocridad, ignorancia, egoísmo, el desinterés y la corrupción que nos invade segundo a segundo más intensamente.
Relataré lo que he vivido en el lugar donde trabajo y donde he jugado cuatro décadas para comprobar que no solo esta pandemia ataca al cuerpo político del país sino a una institución en este caso deportiva.
Comencemos diciendo que durante más de tres décadas esta institución fue presidida por la misma persona, muchos no nos dimos cuenta de lo grave que sería esto. Siempre en elecciones libres se volvía a elegir a esta misma persona, la oferta no era abundante ni buena pero equvocadamente la mayoría siempre entendió que esto era lo mejor

Este quizá es el error más grande y grave que tuvo este club y esto no cambia para nada mi afecto personal hacia esta persona. Nunca puede ni podrá ser positivo que alguien presida una asociación, organización, institución u órgano durante tanto tiempo. Los períodos debieran ser como lo estipula la Constitución Nacional para el cargo de Presidente de la Nación, cuatro años con derecho a cuatro años más y en el caso de no haber o no querer otra persona asumir tal responsabilidad, seguir la línea sucesoria en la Comisión Directiva.
El club fue dirigido por una persona que, no obstante ser honesto, muy cálido personalmente y con una caballerosidad inimitable, dejó pasar la oportunidad de hacer crecer al club dado la falta de ímpetu que naturalmente manifiesta toda persona muy mayor de edad y que ocupa un cargo durante décadas sin oposición alguna y esto habla también del poco compromiso de una sociedad por asumir el rol que otro debía ocupar pero como ocurre en la Argentina siempre es más fácil criticar desde el sillón. Al perder motivación el presidente, los socios también se achancharon y se acostumbraron a ocuparse de algunos aspectos coyunturales, sin prestar atención al día a día, dejando de lado una tarea que hace a la esencia de cualquier club o institución y que además le da vida.
Tal como sucede en el país, las reglas dejaron de cumplirse, cada uno se creyó con más derecho que los demás por ejemplo por el hecho de tener más antiguedad como socio lo que no es ningún mérito. Los favores a los amigos se dieron al igual que ocurre en los sucesivos gobiernos nacionales. Si bien no al nivel de los montos millonarios que se dan en los ámbitos de los gobiernos nacionales, eran favores que se pueden hacer en un club de tenis, como por ejemplo no pagar el precio de una invitación cuando un ex-tenista lleva invitados, no pagar el derecho de uso de la luz artificial con el argumento de haber sido número 1 o dos del país etc. no por ello y pequeño disminuye su carácter corrupto.
Fue así que cansado de vivir estas situaciones y viendo que muchos asociados y amigos se quejaban elevé una nota a la Honorable Comisión Directiva denunciando las irregularidades cometidas por un ex-tenista famoso que con el argumento de que había sido autorizado a llevar invitados con el compromiso de hacerlos socios, en un máximo de dos o tres invitaciones los invitaba durante años y no pagaba las invitaciones ni sus "alumnos" se hacían socios.

No obstante el permiso había sido obtenido ante una Comisión Directiva con el presidente antiguo y el que presidía el club en esos momentos no había autorizado tal irregularidad, igualmente presenté una muy detallada queja, casi imposible de refutar porque estaban consignados los nombres, horarios y hasta tenía como testigos a empleados que registraban las invitaciones sin que luego figurara el cobro.
Cuando pretendí que una treintena de asociados firmara conmigo dicha misiva ninguno aceptó. Todos despotricaban contra el ex-tenista y contra la Comisión Directiva, siempre es más fácil criticar, pero luego lo saludaban sin decirle nada. A sus espaldas las críticas eran descalificadoras.
Presenté la carta y me gané la enemistad del ex-tenista que nunca reconoció su inconducta y varios miembros de la Comisión Directiva me increparon en forma agresiva y llegamos a discutir en tono de voz elevada.
Así está el club que había sido dirigido durante más de treinta años por la misma persona, club que quedó sin rumbo al día de hoy.
No obstante esto al ex-tenista lo citaron y le prohibieron invitar a los no asociados como venía haciéndolo, dado que además estaba prohibido aunque pagara la invitación, porque el sistema de las invitaciones está reglamentado y no se puede invitar más de una persona por día, y la misma no puede ser invitada más de tres veces en el mes.

La situación mejoró por un tiempo y se redujo el número de invitados pero la Comisión, violando la reglamentación y sin modificarla, aceptó que si se pagaban las invitaciones aunque ingresen tres o cuatro invitados por día estaba bien y si la misma persona ingresaba siete veces en un mismo mes también lo estaba lo que además favorecía a quienes no eran socios ya que el costo de siete invitaciones es menor a la cuota mensual que paga un socio que podría no ir más de cuatro veces al mes y permite hacer uso de las instalaciones sin pagar la cuota de ingreso, lo que el invitado pasa a pagar menos que un socio. Lo cual muestra la decadencia que vivimos en cualquier organización o institución nacional donde las reglas se violan no importando nada de nada ni de nadie.

Los políticos, los ciudadanos, los miembros de una comisión directiva privilegian sus intereses en primer lugar al igual que los políticos que han llevado a la Nación a un trágico presente luego de ocho décadas de fracasos.
Con el correr de los años, un socio y amigo de la gente que dirige el club y de quien esto escribe decidió comenzar a trabajar como profesor de tenis en el club. Para captar alumnos hablaba con los socios ofreciendo sus servicios por un precio muy inferior al honorario que cobra un profesor de tenis de nivel como los que se desempeñan en este club, no obstante que el pseudo-profesor no fue jugador ni es profesor.

Todos mis colegas se enojaron ante la situación pero cuando elevé la queja correspondiente ninguno quiso firmar la nota y lo hice solo.

Al día de hoy hace seis meses que están deliberando en la Comisión Directiva cómo decirle a este asociado que no puede impartir lecciones de tenis a asociados del club ya que no está autorizado, ni es profesor de la institución, pero los miembros de la órgano directivo tienen miedo que el señor les conteste con una carta documento, cosa que sería letal para él, porque es clara la infracción y los testigos en su contra serían muchos y las pruebas también. No hay que dejar de mencionar el pésimo comportamiento de los socios que contratan sus servicios sabiendo que violan una regla ya que toman clases con una persona no autorizada a hacerlo pagando menos, corrupción que le llaman.

Otro de los argumentos de los directivos del club es que al muchacho no le está yendo muy bien en su vida privada y laboral entonces esto justifica violar las normas internas y perjudicar a otros que sí cumplen las normas y reglamentos.
¿Qué quiero demostrar con esto?
Qué la Argentina no está mal solamente por los políticos que nos han gobernado durante las últimas décadas sino que a esta situación se llega producto de la falta de compromiso, solidaridad, idoneidad y capacidad para ocupar un cargo dirigencial y mediocridad de una mayoría de argentinos que aprueba estos manejos y que aunque dirija un país, un ministerio, un juzgado, una comisión legislativa, un club, una asociación deportiva, un equipo de fútbol o lo que sea sucederá lo mismo.

Sea el organismo que se trate aparecerá el incumplimiento de las normas, el amiguismo, las irregularidades, el afan por obtener privilegios personales para ellos, familiares y amigos a costa de perjudicar a la institución no importando su futuro.
Si en una entidad que alberga a 700 socios no se puede poner orden porque quienes la integran las violan invariablemente y quienes deben hacerlas cumplir miran para otro lado, poco y nada es lo que se puede esperar del futuro de un país ensimismado en el sálvese quién pueda, siempre y cuando mis amigos y yo nos salvemos primero.

Alejandro Olmedo Zumarán.

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