Es el título del libro escrito por Carlos Sabino un argentino que nación el 24 de julio de 1944. Licenciado en Sociología, UBA.
Doctor en Ciencias Sociales, Universidad Central de Caracas, 1987.
Profesor Titular de la Escuela de Sociología del Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, desde 1975.
Profesor de la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala.
Profesor visitante en el Center for Study of Public Choice, George Mason University, Estados Unindos, 1990.
Además de muchos cargos y títulos más es autor de muchas obras sobre método de la investigación, Cómo hacer una tesis etc.
Fue miembro de los grupos de las juventudes radicales peronistas y contra su voluntad estuvo implicado en los hechos de Taco Ralo.
Creí oportuno transcribir algunas conclusiones de este intelectual que en su libro titulado: "Todos nos equivocamos" hace una autobiografía y cuenta el por qué de ser un joven marxista a fuerza de estudio, conocimiento, honestidad y humildad intelectual, terminó adhiriendo a la postura del liberalismo.
"A los veinte años había creído en la "acción insurreccional de masas", en una revolución total que no dejase nada en pie del edificio social, y había visto luego asombrado, cómo otros, a los que yo no conocía, emprendían un camino parecido que llevaba a desatar las fuerzas del terror y la intolerancia. Luego de mi experiencia en Chile había comprendido también el horror que significa toda revolución, la forma en que se avasalla al individuo, la tremenda pérdida que significa la destrucción de las normas de convivencia social. Eso junto con las noticias posteriores que me llegaban de la Argentina, me había permitido entender, de algún modo, lo que hasta allí me parecía imposible: la reacción legítima de quienes decidían oponerse con todas sus fuerzas al dogmatismo y a la prepotencia de los revolucionarios, el devenir-no tan legítimo ya, por cierto, pero sin duda inevitable- de esa resistencia en la imposición de gobiernos dictatoriales que se dedicaban a restablecer el orden pero a costa de la represión y la brutalidad, de más intolerancia y más dolor. Nunca podría, es cierto, asumir la posición o legitimar la barbarie de los Videla y los Massera, pero tampoco me parecía sensata la actitud de olvidar la provocación de quienes habían permitido que aparecieran esos monstruos, el autoritarismo brutal de unas guerrillas que no vacilaban en ajusticiar a los militantes que se atrevían a disentir con los jefes, el futuro que hubiese aguardado al país de caer en manos de los Galimberti y los Santucho. No se trataba de asumir una posición neutral o intermedia entre esos extremos-cosa que hubiese carecido por completo de sentido- ni de abrir un juicio a los actores de la lucha desde una posición de altanera distancia. Se trataba simplemente de comprender que todos nos habíamos equivocado, que nos habíamos dejado llevar hacia el desastre, que no habíamos buscado otros caminos, otras formas de lucha y otros modelos de sociedad más sensatos y más fructíferos para el país. Y que eso nos imponía una tarea que rebasaba el calor de la denuncia y se tenía que adentrar en la más lenta y compleja labor de buscar las raíces de lo que había sucedido." (Páginas 321 y 322 del libro Todos nos equivocamos de Carlos Sabino)
Alejandro Olmedo Zumarán.
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