viernes, 7 de mayo de 2010

LA ODISEA DE VIAJAR EN COLECTIVO.

Voy a relatar lo que siento cuando viajo en colectivo, luego de treinta y siete años de usar el servicio.
Los nuevos colectivos son más grandes, tienen más asientos que aquellos antiguos con veinte y que fueran título de aquella recordada telenovela protagonizada por Claudio Levrino, llamada: "Un mundo de veinte asientos",
Hoy tienen treinta o más asientos, pero los pasillos son angostos al extremo. El pasajero que viaja parado está incómodo, porque muchos móviles tienen solamente puerta en la mitad del colectivo y como ahora las filas son de dos asientos si uno está atrás ya sea sentado o parado, descender será difícil dada la angostura del pasillo. En realidad creo que al hacer este diseño, lo hicieron pensando en que estos colectivos serían usados para pasajeros que se trasladarían todos sentados, o a lo sumo dos o tres parados, porque sino no se entiende cómo diseñaron este tipo de unidades. Solo unas pocas unidades tienen filas de dos y un asientos.
Otro tema es la gran medida tomada tendiente a "Igualar derechos" palabra tan de moda en la actualidad. Me refiero a las unidades adaptadas para que las personas con movilidad reducida viajen cómodamente y puedan ascender al colectivo. Para esto se ha hecho una puerta en la mitad del colectivo, de la cual se desprende una rampa que posibilita que la silla y la persona puedan subir mediante la ayuda de un tercero, la rampa la saca el conductor del colectivo. A esta medida se agrega el haber agrandado los pasillos del medio de la unidad, los que no disponen de asientos, para que el pasajero con movilidad reducida pueda con su silla situarse adecuadamente.
En mis treinta y siete años de usuario he visto un solo pasajero con este tipo de problema y esto quiere decir que el sistema tiene su fundamento y justificación, seguramente serán muchos más los que utilizan estos colectivos y que yo no he visto.
El problema radica en las unidades donde no hay puertas traseras. Entonces los pasajeros se ubican en el medio de la unidad para cuando llegue el momento de descender puedan hacerlo más rápido y no se complique el descenso. Es así que se producen muchos problemas, para los pasajeros que utilizamos el servicio y esto va para los que van parados o sentados. El colectivo está repleto en el medio y atrás casi vacío pero tampoco hay mucho lugar atrás ya que el pasillo es de una capacidad que solo cabe un hombre flaco y que no lleve nada, si porta una mochila mediana será un trámite estresante el que tendrá que hacer para descender o solo para viajar agradablemente. Ni hablar de llevar un bolso deportivo y al sentarse depositarlo en el piso porque nadie que esté sentado atrás podrá pasar por el pasillo y si es una señora mayor o de mediana edad podría tropezarce con el consiguiente peligro para ella o él. Entonces el bolso o mochila deberá ser puesto en la falda del pasajero, pero hete aquí otro problema que surgirá y es que los asientos están muy pegados entre ellos con lo cual el bolso lo tendrá en la boca practicamente, no quiero imaginarme lo que sufrirá el pasajero que tiene unos kilos demás.
Hay que agregar a estas complicaciones la máquina expendedora de boletos colocada encima de la huella donde está la rueda delantera izquierda, que forma un improvisado asiento en el cual muchos pasajeros se sientan, de manera que cuando los pasajeros que ascienden al colectivo quieren depositar las monedas para sacar el boleto, ven que otro está sentado allí mismo dificultando el trámite para sacar el boleto. Mientras, el antiguo grito del conductor que décadas atrás escuchábamos: "Corriéndose para atrás que hay lugar" no se escucha ni existe.
¿Cómo van a ir para atrás sino hay lugar y en muchos casos no hay puerta trasera?
La mayor parte del pasaje permanece adelante o en el medio y así se hace casi imposible viajar.
No obstante se comienza a ver mayor cantidad de unidades con la puerta trasera además de la del medio para las personas con movilidad reducida. Pero dada la costumbre, mejor dicho la mala costumbre, de los argentinos de no respetar normas y hacer lo que les plazca, la mayoría sigue permaneciendo adelante o en el medio y casi nadie utiliza la puerta trasera, aúnque estén sentados atrás, se levantan y se dirigen al medio para descender. Es justo aclarar que con el nuevo diseño de los colectivos, en muchos hay que subir dos escalones cuando se pasa del medio hacia atras, cuando se desciende por la puerta trasera hay que ser un experto en salto en alto para descender sin tener una fractura de gemelos, esguince de tobillo o torcedura de pie, ya que esta tiene dos escalones también y es por eso que muchos pasajeros optan por descender por la del medio que originariamente fue hecha para las personas con movilidad reducida.
Resumiendo, contrariamente a lo que uno podría esperar, viajar en colectivo en el siglo 21 es mucho más incómodo que en el siglo veinte con las unidades con veinte asientos, donde quizá las personas con movilidad reducida no eran incluídas pero seguramente eran ayudadas de alguna forma a subir al mismo y viajar. Hoy se han adaptado las unidades para las personas con capacidad reducida, reduciendo las posibilidades de viajar de todos los pasajeros con movilidad plena que no pueden movilizarce dignamente en el tranporte público. Incluso tomemos el ejemplo de que un pasajero con movilidad reducida deba subir a una unidad que se encuentre "llena" de pasajeros, cómo hará para instalarse en la misma ya que con su silla ocupa el lugar de dos o tres personas. ¿Qué ocurriría en esta situación?
¿Deberían descender uno,dos o tres pasajeros que están de pie para dejarle el lugar al pasajero con movilidad reducida?
Muchos planteos con pocas respuestas.
Que quede claro que el solo hecho que en tres décadas haya visto un solo pasajero utilizar la puerta del medio para ascender al colectivo justifica ampliamente la construcción de estas unidades pero lo que no se justifica es la discriminación que sufrimos a diario quienes viajamos en estas unidades que no están diseñadas al parecer para quienes tenemos plena movilidad y producen finalmente que tanto las personas con movilidad reducida y las que tienen movilidad plena viajemos en pésimas condiciones.

Alejandro Olmedo Zumarán.

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