jueves, 27 de mayo de 2010

ESPERANDO UN PRESIDENTE HONESTO.


El fin de los festejos del Bicentenario de la Patria, nos mueve a hacer algunas reflexiones.
1) Millones de personas se volcaron a festejar los doscientos años de aquel glorioso 25 de mayo de 1810. Muchos sin siquiera saber que ocurrió en aquellos días. No obstante fueron y se prestaron para un acto político que no recordó a los verdaderos hacedores de nuestra Patria, sino a quienes quisieron transformarla en un país comunista, en una Cuba a imagen y semejanza del totalitarismo stalinista.
2) Se resaltó la figura de un terrorista y asesino enmascarándolo como un héroe.
3) Algunos de los integrantes de las organizaciones terroristas que quisieron instalar el comunismo en nuestro país derrocando gobiernos democráticos, estuvieron presentes en la Casa Rosada durante la Gala del último día.
4) No se recordaron figuras trascendentes para la Patria como Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, el Gral. San Martin y muchos próceres más que dieron su vida por la Argentina sin incrementar su patrimonio en un 500 %.
5) También estuvieron en la gala personajes nefastos para la Nación, con antecedentes de haber amenazado e incendiado edificios públicos.
6) Se organizaron actos simultáneos a los que la primera magistrada no concurrió, demostrando su pobreza espiritual y su poco compromiso con quienes dice gobernar.
7) Inexplicable e increíblemente la misma persona dijo que estamos mejor que en 1910, cuando la realidad muestra que pocas veces hemos estado tan mal como ahora, con dieciocho millones de pobres olvidados por un gobierno que favorece a las clases más acomodadas afines a sus nada populares propósitos.
8) La manera en que realizó los festejos el Gobierno Nacional muestra la soberbia y cinismo con que se ha sostenido este gobierno durante estos casi siete años de su gestión.
9) Nuevamente nos tomaron a los ciudadanos como lelos. Lamentablemente millones respondieron demostrando que este país está como está no solo por los políticos que tenemos, sino también por el pueblo que lo integra.
10) Nos duele como Argentinos ser testigos de la dilapidación, destrucción y descuartización de una República que se divide y pierde todos los atributos que la hicieron una de las siete más importantes del mundo un centenario atrás.
Relaciono este pesar y sentimiento con una obra estrenada días atrás protagonizada por Richard Gere, en la que el protagonista encuentra un perro cachorro y establece una relación de puro amor con el animal, al punto que el can lo acompaña diariamente a la estación de tren cuando su amigo se dirige a trabajar y al volver el perro lo está esperando en la misma estación, hasta que un día el señor muere imprevistamente y no vuelve más. El perro nunca dejó de esperarlo durante más de una década hasta que murió.
¿Qué tiene que ver esto con la Argentina y su situación?
Á nuestro criterio y según lo que hemos vivido, la única solución parece ser sentarnos en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, a esperar que algún día la Argentina sea gobernada por una persona honesta y capaz, sin levantarnos de allí hasta que haga su aparición un presidente que realmente gobierne por el bienestar de todos los Argentinos y no para el suyo propio, el de sus parientes, amigos y cómplices.
Así como el perro esperó durante años a su dueño que nunca más volvió, pareciera ser que la única opción que tenemos es esta, esperar frente a la Casa Rosada a que gobierne un presidente honesto, y al parecer nos pasara como a Haty, el perro que hasta que murió esperó infructuosamente la vuelta de su amigo del alma.
No es una exageración lo que expreso con dolor, refleja mi apreciación de la realidad que hemos vivido en los últimos ochenta años, salvo alguna mínima excepción.
Por lo visto, es la única alternativa que queda para esta Nación que supo ser, hace muchos años, una de las más importantes del mundo y hoy degradada por los gobernantes que supimos conseguir se ha convertido en una de las más corruptas, pobres e inseguras, acompañada por dictadores de países hermanos, vinculados con las corruptelas y engaños que llevan a sus países al lugar donde la Argentina nunca mereció estar.

Alejandro Olmedo Zumarán

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